miércoles, 29 de abril de 2009

Los cuentos que retratan 25 años de democracia

por Jimena Arnolfi, publicado en el periódico Miradas el Sur, 26-5-09

Podemos pensar que además de expresar el mundo, escribir es una forma de estar en él. Los días que vivimos en peligro (Emecé, abril 2009) es la nueva antología a cargo de Santiago Llach y Juan Diego Incardona, que reúne a 16 escritores argentinos que narran algunos hechos que conmovieron al país en el período que va de 1982 al 2008. Si para la psicología, sólo existe lo que se nombra, Lacan mediante, toda literatura es política en tanto elige qué nombra y qué no. Desde dónde cuenta, quién cuenta y cómo lo hace. A quiénes representa y a quiénes silencia. Una literatura política evidencia el ánimo de una sociedad. Sus cansancios. Sus enojos. Sus tristezas.
Los días que vivimos en peligro es una idea original de Juan Diego Incardona, surgida en un grupo de operaciones literarias al que llamaban La Paszkowski. El objetivo: poner la literatura a leer la vida social y política. En este caso, los relatos se ubican entre la ocupación de las Islas Malvinas y el conflicto gobierno-campo del año pasado. “La selección de autores excluye al setentismo, a las personas que militaron en los años 70. Quisimos ver cómo podían pensar la democracia las generaciones siguientes”, explica Santiago Llach. De todos modos, la antología incluye autores que por edad pudieron militar en los setenta, como Martín Prieto y Elsa Drucaroff: “Dos figuras clave para pensar la literatura que viene después”, apunta Llach. Es el caso de Prieto, por ejemplo, quien junto a Daniel G. Helder, fue pilar en el análisis de la producción de poesía de los años ‘90.
Diversidad de estilos y procedencia. Periodistas, cronistas, poetas y narradores. Autores de reconocimiento público como Martín Kohan, Federico Jeanmaire y Washington Cucurto y otros más postergados en la escena literaria como Carlos Martín Eguía y Laura Ramos, “una autora que escribió una columna clave para los que éramos adolescentes en los ochenta, Buenos Aires me mata, en el Sí de Clarín”, señala Llach. Los antólogos también se encargan de presentar nuevos autores como Sol Prieto y Diego Sánchez. “La diversidad enriquece, no por corrección política, sino porque arma un fresco de miradas interesante.”

–No tardan en aparecer consideraciones respecto de la elección de sucesos que conmovieron al país. Está el dopping de Maradona y también el juicio a la Juntas.
Santiago Llach: –Incluir el doping de Maradona no es banalizar; en todo caso, es poner en escena la banalización. El relato de Mariana Enríquez es muy inteligente en ese sentido. Aprovecha el fútbol para retratar a un chico gay y las dificultades sociales y familiares que serlo le genera: un documento político sobre el país machista. En cuanto a la selección de hechos: esto es literatura. Sin duda hay hechos que podrían y hasta deberían estar, como el atentado a la Embajada de Israel o el asesinato policial de rehenes en Ramallo. Pero hicimos la selección pensando en los hechos a partir de los cuales podían armarse relatos fuertes y lamentablemente hubo que dejar afuera algunos que nos hubiera gustado que estuvieran.
–La vida del protagonista de El señor Cara de Lechuza (W. Cucurto) se caía a pedazos como el país, con sus problemas agropecuarios y sus cortes de ruta. Arriesgando hipótesis, ¿por qué creen que se da esta tendencia de la narración desde el punto de vista de personajes secundarios, gente común?
–Creo que en la Argentina no hay una tradición de la ficción directamente política, como sí la hay en los Estados Unidos, por ejemplo. De todas formas, lo propio de la literatura es siempre lo singular. Balzac narraba grandes romances o debacles financieras de personas individuales para retratar a la sociedad de su tiempo. De todas maneras, los relatos de Plotkin, Eguía, los dos Prieto y Schmidt narran los hechos muy de cerca. La consigna era escribir un cuento que tuviera lugar el mismo día del hecho.

–En varios relatos, aparecen los medios de comunicación como los constructores de lo real, ¿cómo influye este relato mediatizado de lo que se vive?
–Actualmente, la literatura no puede prescindir del hecho de que la realidad es filtrada a través de los medios de comunicación. Igual, como la mayoría de los relatos transcurren en décadas pasadas, todavía se da cuenta de una realidad percibida a través de medios ya viejos como la radio o la televisión. Hoy son las tecnologías ligadas a Internet las que atraviesan nuestra percepción de la realidad. En ese sentido es elocuente el relato de Sol Prieto: personalmente, creo que es el texto literario que yo he leído que mejor da cuenta de la comunicación en Internet.

–¿Qué se puede decir de la producción literaria más reciente?
–El canon de la literatura democrática (Aira, Saer, Piglia, Fogwill) es un canon intelectual, impuesto en gran medida desde la Facultad de Filosofía y Letras. Un canon que todavía cree en la noción de la Gran Obra (aun a partir de lo menor, como en el caso de Aira). Lo que viene después, es una literatura producida en plena revolución digital. La vuelta masiva de la escritura a través de los nuevos medios tecnológicos (sms, chat, mail, etc.) pone en entredicho a la vieja literatura producida por los holgazanes mimados en los jardines del saber.

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